Los invitamos a leer un bello y gracioso cuento que alumnos de 5ºA realizaron animándose a jugar con los cuentos tradicionales:
La nueva caperucita roja
Había una vez una niña llamada Chupines Rojos. Su abuelita se los había comprado en un kiosco a $1,20. Resulta que la mamá le dijo:
- ¡Chupines Rojos, Chupines Rojos! Andá a la casa de la abuelita y llevale estas barritas bajas en calorías. Ah, tomá la plata para tomarte un taxi. Y volvé antes del amanecer. ¡Si no te vas a perder tu programa favorito!
- ¡Sí, mami!- dijo Chupi
Chupines Rojos fue rumbo a la casa de la abuela (en taxi, por supuesto) Pero el tránsito estaba demasiado lento. Y Chupines pensó “mejor me bajo”. Y así fue. Se bajó. ¡Y sin pagar! Caminó unos cuantos metros, paró en un kiosco y se tomó un Actimel. Pero entonces la tapita se voló con el viento.
- ¡Oh, no! ¡Ahí estaba el premio de la promo! ¡Yo quería mi Actipulsera!- gritó abatida Chupi.
Sin darse cuenta la niña corrió atrás de la tapita, adentrándose en la Reserva Ecológica. De pronto, alguien le tocó un hombro. ¡El perro del vecino! Y le dio la tapita de Actimel.
- ¡Muchas gracias, señor perro!- dijo Chupi emocionada.
- ¡De nada!- le respondió él can- ¡Ay, Chupines! ¿Me ayudás a hacer ejercicio? ¡Me siento pesado!
- ¡Claro! –le contestó la atlética chiquilla- ¡Te juego una carrera a la casa de la abuela! ¡Preparados, listos, ya!
Chupi y el perro corrieron sin parar hasta la torre de la abuela. Pero el perro, ¡ja!, se tomó el ascensor. Y la pobre niña tuvo que subir las escaleras. Cuando el perro llegó al piso de la abuela le volvió el vicio “¡Qué ganas de comer carne!, pensó. Así que le tocó el timbre a la abu.
- ¡Soy Chupi!- fingió.
- ¡Pasá, mi amor! –le dijo la ancianita. El perro entró y asustó a la señora. Después se puso su camisón y se metió en la cama. Cuando Chupi llegó tocó la puerta.
- ¡Pasá, querida! –ladró el perro.
- ¡Qué dientes tan grandes, abu! –se asombrò la muchacha.
- ¡Para comerte mejor! –saltó la hambrienta fiera.
- ¡Recapacitá! ¿No querías bajar de peso? -Lo regañó la niña- ¡Mejor tomá estas barritas!
- Tenés razón –aceptó el pichicho.
-¡ Abu, ya podés salir!
Su abu salió y, como el perro se había comido las barritas, pidió una piza. Y Chupines Rojos vio su programa favorito con su Actipulsera (al fin la consiguió) en la casa de su abu. FIN
- ¡Chupines Rojos, Chupines Rojos! Andá a la casa de la abuelita y llevale estas barritas bajas en calorías. Ah, tomá la plata para tomarte un taxi. Y volvé antes del amanecer. ¡Si no te vas a perder tu programa favorito!
- ¡Sí, mami!- dijo Chupi
Chupines Rojos fue rumbo a la casa de la abuela (en taxi, por supuesto) Pero el tránsito estaba demasiado lento. Y Chupines pensó “mejor me bajo”. Y así fue. Se bajó. ¡Y sin pagar! Caminó unos cuantos metros, paró en un kiosco y se tomó un Actimel. Pero entonces la tapita se voló con el viento.
- ¡Oh, no! ¡Ahí estaba el premio de la promo! ¡Yo quería mi Actipulsera!- gritó abatida Chupi.
Sin darse cuenta la niña corrió atrás de la tapita, adentrándose en la Reserva Ecológica. De pronto, alguien le tocó un hombro. ¡El perro del vecino! Y le dio la tapita de Actimel.
- ¡Muchas gracias, señor perro!- dijo Chupi emocionada.
- ¡De nada!- le respondió él can- ¡Ay, Chupines! ¿Me ayudás a hacer ejercicio? ¡Me siento pesado!
- ¡Claro! –le contestó la atlética chiquilla- ¡Te juego una carrera a la casa de la abuela! ¡Preparados, listos, ya!
Chupi y el perro corrieron sin parar hasta la torre de la abuela. Pero el perro, ¡ja!, se tomó el ascensor. Y la pobre niña tuvo que subir las escaleras. Cuando el perro llegó al piso de la abuela le volvió el vicio “¡Qué ganas de comer carne!, pensó. Así que le tocó el timbre a la abu.
- ¡Soy Chupi!- fingió.
- ¡Pasá, mi amor! –le dijo la ancianita. El perro entró y asustó a la señora. Después se puso su camisón y se metió en la cama. Cuando Chupi llegó tocó la puerta.
- ¡Pasá, querida! –ladró el perro.
- ¡Qué dientes tan grandes, abu! –se asombrò la muchacha.
- ¡Para comerte mejor! –saltó la hambrienta fiera.
- ¡Recapacitá! ¿No querías bajar de peso? -Lo regañó la niña- ¡Mejor tomá estas barritas!
- Tenés razón –aceptó el pichicho.
-¡ Abu, ya podés salir!
Su abu salió y, como el perro se había comido las barritas, pidió una piza. Y Chupines Rojos vio su programa favorito con su Actipulsera (al fin la consiguió) en la casa de su abu. FIN
Agustina, Lola, Nazareno y Rodrigo
hola vero soy anandi me encanta el blog
ResponderBorrarbesos
anandi
5A
los quiero
ResponderBorrarMe encantó.... Jajajaja la verdad es que no lo había visto, muy bueno chicos FELICITACIONES!!!! Yamila (Mamá de dos alumnas de la escuela)
ResponderBorrarque bueno!!!!!!!!!
ResponderBorrarque bueno!!!!!!!!!!
ResponderBorrarhola.........
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